EL PERIODISMO NO HA MUERTO… Está en cuidados intensivos.

-“Ya no creo en lo que dicen los periodistas”

-“No volví a mirar noticieros… en todos se dice lo mismo”

-“Pero, ¿cómo se le ocurre preguntar eso?”

– “Ya no sé si esta noticia es de hoy o de ayer”

-“Unos dicen una cosa y otros lo contrario. ¿A quién creer, cuál es la verdad?

¿Alguna de estas afirmaciones le parecen familiares?

¿A dónde se fueron los grandes reportajes?

¿Qué pasó con esas conversaciones inteligentes entre periodista y entrevistado?

¿Y las grandes crónicas?

¿Qué pasó con el periodismo que se interesaba por informar a la audiencia, no por servir a los intereses de los dueños del medio?

¿A qué hora el periodismo se convirtió en relaciones públicas?

Los mismos periodistas, temas, fuentes, estructuras y objetivos. Es la repetición de todo, tanto de textos como de imágenes. Nada cambia. Se repiten los mismos hechos con los mismos protagonistas, casi siempre las mismas fuentes que nadie contradice o complementa, y el final “en punta” que deja al espectador con el sinsabor y la duda de si eso ya no lo había visto antes,   parecería como si el libreto fuera el mismo todos los días con cambios de nombres y de lugares.

Para hacernos un panorama de lo que está ocurriendo, tomemos como ejemplo los noticieros de televisión que se han homogenizado hasta tal punto que ya el telespectador ni siquiera es consciente del noticiero que está viendo. 

Salvo pocas excepciones, todos los noticieros abren con los titulares más impactantes que tienen el objetivo de despertar  la curiosidad de la audiencia mientras se ven las “mejores” imágenes; a ello le  sigue la panorámica  del estudio que muestra la maravillosa tecnología y la esmerada  decoración del set, recorrido durante el cual se ven  los presentadores del noticiero, el periodista que conduce la sección deportiva y a la exreina, modelo o actriz que tiene a su cargo la presentación de la sección de espectáculos y farándula.

Y arranca el espectáculo: unos cuantos minutos dedicados a las noticias nacionales de las diversas “secciones”; luego, con cabezote y titulares propios, la sección de deportes con imágenes del gol, de la patada, de la emoción y con voces en off que transmiten emoción.. pocos testimonios y ningún análisis: es una sección de anécdotas más que de información.

Casi que como relleno llega el bloque internacional compuesto de unas breves que también dependen de las imágenes siendo la sección que más evidencia el “periodismo de enunciados”; un periodismo sin  contexto, ampliación o análisis. 

Y para cerrar, la sección de farándula, también con cabezote propio, en el que se enuncia el último rumor en las redes, el vestido sexy de alguna estrella o fotos del matrimonio de algún actor y, muy rara vez, una nota cultural. 

Todo lo anterior sin ninguna contextualización y menos aún previsión o análisis.

Voy a tratar de exponer mi punto de vista sobre lo que está sucediendo en el periodismo, la o las razones por las cuales hemos llegado a este espantoso panorama y el gran reto que tenemos de sacar al periodismo de la sala de cuidados intensivos

.

Panorama actual

ALERTAS

1.- Hay varias ofertas de industrias globales dedicadas a producir información. 

Para mayor claridad partamos por hacer una precisión en cuanto a los conceptos de INFORMACIÓN y PERIODISMO.

La INFORMACIÓN es un conjunto de datos que se clasifican y organizan para crear un mensaje con un propósito específico. 

No necesariamente significa conocimiento porque éste implica una correcta interrelación de los datos que permita una interpretación fidedigna de la realidad objetiva.

Quiero hacer énfasis en que    la información puede ser   más o menos fiable, o más o menos verosímil o válida, dependiendo del propósito del emisor y de los criterios del receptor.

Periodismo

No puede mirarse el periodismo como un simple espejo que refleja, sin más, lo que pasa en el mundo. El periodismo trasciende la práctica de recolección y publicación de información relativa a la actualidad, especialmente de hechos de interés público.  

El periodismo no busca la información, sino el conocimiento por depuración de las informaciones acudiendo a la investigación, al rigor informativo, a la veracidad de los testimonios y al compromiso con la verdad. 

El periodismo se anticipa a los hechos, está atento a las alarmas, no se deja seducir por el poder, va más allá de las apariencias, saca a la luz aspectos ocultos, detecta informaciones falsas y fuentes no confiables. 

Reitero lo dicho… hay muchas ofertas de industrias que producen información, NO PERIODISMO 

2. Uso desordenado e indiscriminado de la web.

La gente ávida de información- ya que perdió la confianza en los medios tradicionales- navega con la intención de encontrar la verdad y termina perdido entre blogs, videos, artículos de procedencia desconocida e información tendenciosa o falsa. 

3. El fenómeno de los “Youtubers” 

Con este término se conoce a las personas que tienen su propio canal de videos en Youtube y que suben a diario o semanalmente videos producidos por ellos mismos de los cuales son protagonistas. 

Hasta aquí todo perfecto…libertad de expresión.

Lo que a nosotros nos interesa es que han surgido, sin exagerar, cientos de “youtubers” que se creen poseedores de la verdad y que se llaman a sí mismos periodistas, cuando en el 90% de los casos lo que hacen es recoger lo que encuentran en otros medios y lo publican opinando sin argumentos y sin hacer el más mínimo análisis.

Y el problema es aún mayor si pensamos que son seguidos por la generación que ya no recuerda cómo era el mundo sin Internet| que corresponde al 23 % de la población mundial.

4. Aparición de “reporteros” ciudadanos 

….a los que los medios, particularmente en los noticieros, les otorgan “honoris causa” el título de periodistas y que, como si fuera poco, los editores  no se toman el trabajo y la responsabilidad de  contrastar ni verificar la información proporcionada por los supuestos reporteros.

5. Imperio de las “noticias falsas”

La Red de Periodismo Ético (EJN) las define como “Toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades o poner en duda hechos verificables”. Ahora bien, sin son falsas no son noticias… aunque elegantemente se les llame fake news

6.- Periodistas sumisos a los poderes 

Estamos inundados de pseudoperiodistas que seducidos por las tecnologías hacen historias bonitas, vendedoras y que -irónicamente- son premiadas en los ya también vendidos al mejor postor premios de periodismo en los que rara vez se consideran los pilares fundamentales del periodismo y en los que predomina el sensacionalismo y la espectacularización de los hechos. Afortunadamente quedan algunas excepciones… ¡pocas!

7. Superficialidad en la información y reducción de la calidad

Las alarmas anteriores son, entre otras razones, el resultado de periodistas desmotivados a quienes se les han desmejorado las condiciones de trabajo. Tienen que producir varias piezas de distintos géneros para diversos soportes lo cual se traduce en sobrecarga de trabajo que, como si fuera poco el nivel de esclavitud, son mal remunerados. 

8.- Pérdida de credibilidad (esencia del periodismo)

En la Declaración Hemisférica sobre la Libertad de Expresión se manifiesta: 

“La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad e igualdad, y a la clara diferenciación entre los mensajes periodísticos y los comerciales. A un periodista no le basta con haber encontrado la verdad. Eso es una parte de su tarea. La parte más importante es la que sigue: hacer que esa verdad se la crean”.

¿Por qué se pierde la credibilidad?

Entre otras cosas por:

  • Consultar sólo una fuente o acudir solo a las fuentes oficiales 
  • Consultar fuentes que no son confiables 
  • Obtener la información a través de medios ilícitos 
  • Narrar parcialmente los hechos  
  • Ser impreciso o exagerado al narrar o al describir 
  • Faltarle al respeto a alguna de las personas involucradas en el hecho 
  • Inventar información 
  • No contrastar la información con las instituciones o personas que son mencionadas por las fuentes consultadas

9. El imperio de la desinformación 

Estamos asistiendo, en primera fila, al fenómeno mundial de la desinformación originada en intereses económicos, políticos, religiosos e ideológicos. 

El poder, provenga de donde sea, es el que más desarrolla estrategias de desinformación, técnica planificada de quienes saben el gran poder de la información en la generación de la opinión pública.  

Los “desinformadores” tienen una probada intencionalidad de generar ciertas reacciones en la opinión y en los grupos que no son de su misma opinión o línea. 

La fuente de desinformación tiene conciencia de que le proporciona al periodista una información errónea, lo cual no siempre ocurre a espaldas del medio sino, infortunadamente, con la complicidad de éste. 

Son variadas las técnicas para desinformar. Por ejemplo 

La contraverdad es una de ellas. Se puede definir como la mentira que, además de serlo se opone y expulsa a la verdad correspondiente.  La contraverdad es una mentira que se opone a la verdad y que, de tanto repetirla, termina siendo aceptada como verdad.

La segunda técnica consiste en mezclar la verdad con la mentira; estrategia que ha dado resultado porque el periodista, al corroborar la información, encuentra ciertas verdades lo que lo llevan a concluir apresuradamente que todos los datos son verdaderos.

Otra forma de desinformar es la de distraer o disipar el asunto central proporcionando tal cantidad de datos secundarios que el receptor olvida aquello que era lo más importante. 

También está la de apoyar su trabajo en textos y declaraciones elegidas para favorecer los intereses de la industria mediática para la que trabaja lo cual logra a través del número de veces que repite una palabra o los sinónimos de ésta, obviamente a la fuente elegida y hasta en la elección del escenario o ambiente en el que formula las preguntas. 

En el imperio de la desinformación, el periodista ¿Verifica la totalidad de la información?  Si le está haciendo el “favor” a alguien ¿para qué la verifica?  

Y… ¿qué pasa con la Ética? Deja de ser un principio no negociable para adquirir la categoría del paraguas que aunque exista la posibilidad de usarlo, estorba menos si lo dejamos en casa. 

10. La explotación del dolor

Como lo importante para las industrias de la información es vender…se acude entonces a “satisfacer” uno de los instintos primarios del ser humano: el morbo así que se explota el dolor, la sangre, el sufrimiento del otro, la violencia. 

Establezcamos entonces   la diferencia entre lo que significa convertir a las víctimas en sujetos noticiables que le interesan al espectador y la explotación del dolor de las víctimas; explotación que es amarillista, antiética y que vulnera los derechos humanos, la honra y el respeto por los otros. Es una línea muy sutil pero que jamás debería traspasarse.

Estamos en una cultura en la que el predominio de la productividad y la utilidad pide imágenes y audios vociferantes, que logren satisfacer el morbo de los receptores. 

El dolor, el horror, la muerte y lo inenarrable de las bajezas humanas, se vende.

No es exagerado decir que el periodismo se ha convertido en cómplice de las barbaries y en cátedra para el crimen.

11- El periodismo mediocre

Si es mediocre…no es periodismo. Es un sainete que pretende simular el periodismo. 

La mediocridad se evidencia, entre otras cosas, en:

  • Producir la mayor acumulación posible de imágenes de alto impacto y, paradójicamente, baja cantidad de información.
  • Repetir imágenes no sólo en todos los canales sino en la misma nota. 
  • Se evita la pausa para que el televidente no piense y no cambie de canal… se le atiborra de estímulos que no informan.
  • Las cámaras se mueven todo el tiempo más para distraer que para informar (…) llenan la pantalla con imágenes así no aporten al contenido ni correspondan a lo que la voz en off del periodista.

12.- El reino de las preguntas tontas

Cualquier contenido periodístico debe tener un punto de partida: una buena pregunta hecha a una buena fuente.

Las fuentes deberían usarse para ampliar la información que se tiene, contextualizarla y prever las consecuencias. Pero eso no está pasando.  

¿Qué necesita el periodista para formular buenas preguntas?, ¿ de qué le sirven al periodista todos los conocimientos que adquirió durante su carrera?.  Estudió  historia, antropología, sociología, política, derecho y economía; pero todo ello se le olvida a la hora de abordar las fuentes.

Demos un ejemplo cotidiano: Llega a la redacción un comunicado del Ministerio de Minas en el que se informa que comenzará la explotación de un pozo petrolero; en esa comunicación, de tres páginas, se dan las características del pozo, la tecnología usada y otros aspectos, todos positivos, del hecho. 

¿Qué es lo que usualmente ocurre? El periodista no lee las tres páginas sino los dos primeros párrafos y le pregunta a la fuente lo que está en el comunicado. ¿A qué fue el periodista? A perder el tiempo y a llevar al medio para el que trabaja la misma información que todos tienen. ¿Eso es periodismo? Por supuesto que no. 

¿Qué debería haber hecho? Leer detenidamente todo el comunicado y descubrir cuáles son los temas a los que no hace referencia; por ejemplo, dado que el pozo se le entregó a una multinacional, ¿cuánto paga por la concesión y cuánto por regalías; de cuáles impuestos se le exime, qué exigencias se han hecho con respecto al medio ambiente; hay condición en cuanto a la cantidad y a la cualidad de los trabajadores nacionales que deben contratar?… Pero eso no se pregunta…

¿POR QUÉ LLEGAMOS AQUÍ?

Básicamente por dos cosas: CONVERGENCIA Y POLIVALENCIA 

Desde hace unos años se insiste en LA CONVERGENCIA y en EL PERIODISTA POLIVALENTE de los que, creo, se desconoce su verdadero alcance: 

Empecemos por la CONVERGENCIA

La convergencia puede mirarse, como mínimo, desde dos aspectos: 

El primero de ellos, es la forma en que se han integrado las empresas dedicadas a la tecnología de la información con las dedicadas a proveer contenidos como, revistas, periódicos, radio y televisión. 

El segundo, como una estrategia económica que ha permitido la formación de conglomerados mediáticos que producen, entiéndase bien, “producen” para televisión, prensa, radio, e internet; realidad que ha resultado desastrosa para el periodismo y el periodista.

Desastrosa para el periodismo porque cuando la prioridad es la producción de información al menor costo posible, se están desconociendo principios básicos que requieren tiempo y elaboración como es la de consultar diversas fuentes para buscar la verdad.

Cuando la prioridad es la producción no hay tiempo para estudiar las audiencias para saber cómo se debe manejar el mensaje y trabajar, como debe ser,  un género específico para tal audiencia o para determinado medio. 

La convergencia económica también es desastrosa para el periodista, porque con la exigencia del profesional que sabe y hace de todo para todo, se está transformando al periodista en un recolector y redactor de una información amorfa que puede servir para cualquier propósito o medio o que, de la misma manera, puede no servir para ninguno… y es precisamente aquí donde surge el famoso PERIODISTA POLIVALENTE que en lenguaje coloquial es un TODERO: hace de todo, menos periodismo.

Y esto no debería extrañarnos… ya lo había dicho Quinn, en el 2005:

(…) por un lado está en juego un modelo de negocio empresarial de ahorro de costes con la máxima producción que las nuevas tecnologías permiten; pero, asimismo, puede acarrear la aparición del profesional multitarea con más trabajo lo cual repercutiría en la baja calidad de la información tratada. 

La convergencia se ha traducido en cambios en el ejercicio periodístico y el más relevante es el que se ha dado en llamar el profesional polivalente que se debe entender como  el periodista que tiene  conocimientos, habilidades y destrezas para producir una noticia,  reportaje, una crónica o una entrevista que pueda ser publicado en diversos soportes.

En este nuevo contexto, los periodistas han tenido que asumir tareas que eran propias de otros profesionales.  Debe ocuparse de edición, diseño, elaboración de páginas web, fotografía, locución y… la lista sigue.

El periodista polivalente debe producir contenidos para distintos soportes y, además, hacerse cargo de todo el proceso productivo y debe manejar informaciones de diversos ámbitos. ¿Es eso posible?

Esa convergencia se evidencia en las redacciones donde los periodistas trabajan conjuntamente en la producción de diversos productos para múltiples plataformas para, supuestamente, alcanzar audiencias masivas. 

El periodista en esta convergencia produce, y volvemos al término, “produce” para prensa impresa, prensa en línea, radio, televisión, internet, móviles y hasta para las redes sociales, lo desastroso es que es el mismo producto. Excelente idea desde el punto de vista empresarial, craso error desde las narrativas y los objetivos del periodismo. 

Parece que los cálculos se hicieron mal y si lo que se pretendía era producir información para una masa sumisa y consumista, poco exigente y carente de capacidad de análisis que no iba a buscar otras alternativas para informarse, afortunadamente no es así.  

Cuando los usuarios de los medios de información se dan cuenta de que sin importar el canal, el sistema de transmisión, las empresas de información e, incluso los periodistas, siempre les dicen lo mismo como si asistiéramos a una repetición de guiones y de las imágenes de pésima calidad, buscan otras alternativas altamente impulsadas por el surgimiento de la Web como plataforma alternativa.

La convergencia económica y el periodista polivalente les ha traído grandes sorpresas a los magnates de la producción de información…no les queda otra opción que admitir que se equivocaron.

Afortunadamente en este caos y en estos cuidados intensivos en los que las industrias de la información pusieron al periodismo, llegó a cuenta gotas, pero muy efectiva la medicina que abriría los nuevos caminos: 

El Periodismo Independiente. 

Ante los periodistas independientes hay que quitarse el sombrero. Son aquellos quijotes modernos que no se vendieron, que antepusieron su ética; que han tenido el valor de abandonar los que se podrían llamar “excelentes puestos de trabajo muy bien remunerados” para lanzarse y nunca mejor utilizado el término, a hacer periodismo sin el respaldo de las grandes empresas.

Ejemplos hay muchos y en todos los países. Han creado sus nuevos canales, se han abierto paso en las redes para ser escuchados, han  creado impresos que cada vez circulan más, están haciendo grandes reportajes que ya encuentran espacios para ser publicados.

Y quizá sin proponérselo han generado una red mundial cada vez más amplia tanto de periodistas como de audiencias que, por primera vez, después de muchos años, se arriesgan a investigar, a ponerse el escudo de la ética y a luchar por el derecho que todos tenemos de conocer la verdad. 

Géneros Periodísticos de Hoy: el periodismo, el de verdad.  

Con este manual los periodistas en ejercicio, los docentes y los estudiantes podrán dignificar su ejercicio gracias a que en él encontrarán las diversas alternativas y narrativas periodísticas que les permitirán presentar sus trabajos de una manera creativa, innovadora y respetuosa con sus audiencias.

La pregunta es ¿a las industrias de la información les conviene el periodista empoderado? Por supuesto que sí y una de las razones, que ya fue expuesta antes, es que perdieron credibilidad, audiencia y, por ende, pauta publicitaria. ¡Necesitan reconquistar¡